Me encuentro ingresando con el grupo de turistas a la Ópera Garnier y quedamos todos maravillados con su interior majestuoso, cada escalón que da en esa escalera principal es como subir a un lugar encantado. Como de costumbre el grupo sube rápidamente sin deparar atención a los detalles, algunos sacan fotos y otros escuchan al guía que les habla sin respiro, yo sin embargo me quedo observando cada cosa que me llama la atención, me encantan esos candelabros con luces que parecen velas, esta algo oscuro pero esas luces le dan al lugar más misterio.

Por momentos pierdo el grupo pero yo sigo disfrutando, cada pieza u objeto que sale a mi paso parece de ensueño. De repente me doy cuenta que me quedé sola, medio me sorprendo y creo ver siluetas que suben y bajan las escaleras, como sombras o como fantasmas. Alcanzo a reaccionar rápidamente y logro sacar una foto que es la que les muestro, por suerte allí quedaron reflejadas esas figuras desdibujadas que llegué a observar y que me dieron mucho miedo, es ahí que reacciono y digo: ¡es mi grupo! ¡allí están! Me apuro pero cuando subo las escaleras no veo a nadie, todo desaparece como un espejismo y digo: “¡huy que mal que estoy, creí ver gente!”.

Sin perder la calma, comienzo a bajar las escaleras que son como laberintos para mí, perdida y sin grupo, desde un lugar muy oscuro sale a mi paso un señor muy bien vestido de gala y me dice: “Madame veo que se separó del grupo, no es lo más conveniente que esté sola, hay muchas cosas malas que se comentan que pasan en este lugar, no se preocupe, venga que yo la guío hasta donde están ellos, mientras tanto le muestro lo que sé de este lugar".
Si bien acepto con cierto recelo por la situación particular en que se dio el hecho, la verdad es que la persona me inspiraba mucha confianza. El señor era muy atento conmigo y siempre caminaba detrás mío, porque los pasillos eran angostos y no había lugar suficiente para pasar los dos juntos. Luego me dijo: "Pude observarla y vi que es muy detallista y goza de cada delicadeza del lugar, venga que Ud. tendrá el privilegio de ver cosas que ningún turista jamás puede ver, pero vayamos rápido porque si su guía me llega a ver que yo le muestro el lugar se enojará mucho conmigo y ya nunca más me dejara estar aquí porque le quito su trabajo".

Se pueden imaginar mi pensamiento... yo dije, “hoy es mi día de suerte, no lo puedo creer!” y lo deje que me guiara… me lleva por un corredor que se ingresa por una puerta falsa, y comenzamos a subir, cuando llegamos arriba de todo la visión era sencillamente espectacular, desde allí se podía divisar y controlar todo el escenario y el teatro en su conjunto, era un verdadero laberinto en la altura pero con una vista extraordinaria. Se tenía el dominio pleno de todos los movimientos.

Todo era perfecto hasta ese momento, hasta que una linterna desde un pasillo iluminó la cara del buen hombre y eso lo asustó de sobremanera porque no quería que lo vieran. Lo que pasó luego fue algo trágico: el pobre señor tropezó y sin querer movió una palanca que hizo caer una araña gigante sobre un patio de butacas del teatro y se hizo trizas, el ruido fue espantoso, todo me hizo acordar a ese hecho lamentable que sucedió en la primera parte de la novela y que muchos aseguran que fue un hecho real que sucedió el 20 de mayo de 1896 durante una representación. Causó mucha conmoción por la muerte de una portera e hirió a dos espectadores, provocando un incendio que fue sofocado rápidamente.
Me asomo para ver si el grupo de turistas no estaba allí y por suerte no había nadie.

Se pueden imaginar el ruido que hizo, fue un estruendo tremendo. Por miedo a ser descubierto, el señor me agarro de la mano, su mano era gélida y el sudor de la mía provocado por el susto era una combinación espantosa... salimos corriendo para evitar ser vistos. Bajamos rápidamente por unas escaleras internas, y volvemos a traspasar otra puerta falsa que estaba en la pared, sólo recuerdo que salimos por el palco nro.: 5. Corrimos tanto que perdí la noción de cuantos metros bajamos, estaba verdaderamente perdida y atemorizada por la situación.

En un momento, con mucha sofocación el señor me dice: "¡Ya está estamos a salvo, nadie puede entrar aquí!", y yo me asusté terriblemente, se pueden imaginar, y pensé "¿ahora qué hago, sola con ese personaje desconocido?". Pero sin embargo el señor me trató muy bien, de repente prendió una lámpara y los que veo es alucinante, todo un lago subterráneo domina el subsuelo. Es un maravilloso edén que colma mi espíritu.
En ese momento me mira y me dice: "No tema, aproveche este momento para admirar estos verdaderos lagos de amor profundo que fueron hechos por orden de Napoleón III" y agregó: "sabe una cosa, la resonancia de las ondas acústicas en el agua crean un sonido de mejor calidad en la interpretación de las obras. Es unos de los secretos de la acústica perfecta del teatro". Y siguió…“en compensación por el mal momento que pasó, tocaré el piano y cantare para usted. Siéntese allí, escúcheme y solo disfrute”. Se pueden imaginar que yo no me senté, creo que me caí del susto en el lugar donde me indicó, estaba totalmente colapsada y agobiada por la situación caótica en la que me encontraba.

A punto de llorar, levanto la vista y veo como ese ser angelical levitaba y se se dirigía al piano más bello que jamás pude haber visto, relucía y era puro esplendor, se sentó en una banqueta y lo que vino después fue algo celestial, de otro mundo… no solo la música del piano era embriagante de pasión y de amor, sino que la voz que salía de esta persona era algo colosal, era un canto que salía de su alma y llegaba directo al corazón. Les puedo asegurar que escuchar esa voz angelical me hizo caer las lágrimas y su voz me llegó hasta el alma. Su letra transmitía el amor profundo que profesaba por su amada y concluía que no tenía paz sin ella.

Con mi corazón enternecido y colmado de tanta gracia divina, de repente todo se si hizo melancólico y triste, esa voz celestial se volvió un chillido y un llanto de niño pidiendo clemencia y clamaba sin cesar por su amada, me dijo que sufría mucho y que ya no podía descansar en paz porque lo dejaron solo en ese lugar y nadie lo quería, todos lo detestaban y le temían, solo podía ver terror en los ojos de la gente y nunca tenían una palabra de aliento.

Con mi corazón destrozado y con mucha desazón, advierto de repente con mucho asombro que la persona se levanta y comienza a acercarse. Mi corazón se paraliza por unos segundos y confieso que el pánico se apodera por completo de mí. Me da su mano, yo temblorosa le doy la mía, me levanta y me dice, “perdón Madame, no tema, soy un irrespetuoso todavía no me presente, mi nombre es Erik, y le estoy eternamente agradecido, gracias a Ud. he podido sentirme pleno nuevamente, hacía mucho tiempo que nadie me trataba así y confiaba en mí. Ahora la llevare con su grupo pero le pido solo un favor, nunca diga que estuvo conmigo al guía, porque creerán que fue intencional la caída de la araña y me buscarán y no me dejaran en paz. Yo soy un ser bueno que solo tiene su alma en pena...”

Y ahí fue cuando pude ver una parte de la cara que siempre tenía tapada y les puedo asegurar que no me asusto para nada, porque era el fiel reflejo de su alma que me encandilaba.
¡Si!, ahora no tenía ninguna duda, era él… Erik, el fantasma de la Opéra que me hizo recorrer como nadie la Ópera Garnier.

Cuando me integre al grupo me preguntaron por qué tenía esa cara de papel como si hubiera visto un fantasma, y solo les dije: "me asusté mucho, no los encontraba” y me contestaron: "es una lástima que se distrajo, se acaba de perder lo mejor del tour..." Les puse cara de resignación y los seguí hasta la salida.

Por supuesto que solo le cuento a Uds, mi experiencia, pero si llegan a ir a la Ópera, nunca se lo digan a ningún guía…
Yo creo en mis sueños y confió que la próxima vez que vuelva al teatro pueda ver nuevamente a Erik… el fantasma existe en todos nosotros, sólo o a solas siempre asoma a tu vida, puede brindarte mucho… búscalo, extrae su pasión, conviértela en musa divina, ya sabes donde habita.

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